Ejemplos de Casos en Malawi, Uganda y Ghana
En el artículo “Las mujeres son el arma secreta para una mejor gestión del agua” (Trivedi, 2018) se describen experiencias de la participación de las mujeres en la gestión del agua. Un ejemplo exitoso de pago y acceso a los servicios de abastecimiento de agua a hogares de bajos ingresos fue lo que sucedió en Malawi en la década de los ochentas, cuando el gobierno de Malawi comenzó a proporcionar “agua corriente” a hogares de bajos ingresos en 50 distritos, estableciendo «comités de grifos» administrados por la comunidad para cobrar las facturas y administrar los sistemas. Los hombres constituían el 90 por ciento de los miembros de los comités, y los problemas se hicieron evidentes rápidamente. Los hombres a menudo estaban fuera de casa, mientras que las mujeres eran las que realmente usaban y administraban el agua a diario. A lo largo de los años, los comités de grifos no pudieron cobrar los pagos, administrar su dinero o mantener la membresía. Para salvar el proyecto, el gobierno reclutó mujeres en los comités de grifos y las capacitó. Una vez que las mujeres constituyeron la mayoría de los miembros, pagaron las facturas del agua de manera más confiable, mantuvieron reuniones regulares con altas tasas de asistencia y rediseñaron los grifos comunales para que fueran más fáciles de usar. El resultado fue que casi 24.000 familias de bajos ingresos en Malawi obtuvieron acceso a suministros de agua confiables.
Esta historia no es la única: existen numerosas evidencias que muestran que los proyectos de agua pueden volverse más efectivos cuando las mujeres participan. Sin embargo, la representación de las mujeres en el sector general del agua, el saneamiento y la higiene (WASH) es pésima, desde los grupos comunitarios de agua como los de Malawi hasta el nivel de las políticas nacionales. En el 2014, las mujeres constituían menos del 17 por ciento de la fuerza laboral de WASH en los países en desarrollo. Estaban particularmente subrepresentadas en puestos técnicos de ingeniería e hidrogeología, y en roles de liderazgo como legisladoras, reguladoras y gerentas.
En un mundo cada vez más sometido a escasez de agua, muchos países y regiones se enfrentan al riesgo de inestabilidad política o conflictos por el agua. Por esta razón, la falta de participación de las mujeres en el sector del agua es preocupante no solo para la equidad de género, sino también para la paz y la seguridad.
En los países en desarrollo, especialmente, los hombres y las mujeres pueden tener diferentes prioridades y responsabilidades en el uso del agua. Es así como aparte de compartir labores de la agricultura junto con los hombres, las mujeres a menudo son responsables de buscar agua y usarlo para tareas domésticas como limpiar, cocinar y lavar. Todas estas actividades hacen que las mujeres sean las protagonistas en la toma de decisiones sobre el agua a nivel doméstico.
En la práctica, cuando las mujeres influyen en la gestión del agua, sus comunidades obtienen resultados considerablemente mejores, incluidos sistemas de agua que funcionan mejor, mayor acceso y beneficios económicos y ambientales. La investigación del PNUD sobre 44 proyectos de agua en Asia y África muestra que cuando tanto hombres como mujeres participan en la configuración de las políticas e instituciones del agua, las comunidades utilizan más los servicios de agua y los mantienen durante más tiempo. La investigación también muestra que las mujeres comparten el agua de manera más equitativa que los hombres, especialmente en tiempos de escasez.
En el ámbito de las políticas nacionales, las mujeres representantes diseñan políticas más inclusivas y plantean cuestiones que de otro modo podrían haberse pasado por alto. Por ejemplo, cuando Maria Mutagamba se desempeñó como ministra de estado de Uganda para el agua, desarrolló estrategias de género de cinco años para el sector del agua. Estas estrategias impulsaron a las mujeres a ocupar puestos clave en los comités de toma de decisiones y brindaron orientación para integrar las preocupaciones de las mujeres en los sectores del agua y el saneamiento. Con la implementación de la primera ronda de estrategias, el acceso de los ugandeses al agua potable aumentó del 51% al 61% en solo dos años.
A medida que la creciente demanda de agua y el cambio climático conducen a tasas más altas de escasez de agua y conflictos, la gestión del agua se está convirtiendo en un problema cada vez más urgente.
Investigaciones de WRI sobre agua, seguridad y conflictos muestran que el estrés hídrico es un factor importante que impulsa la inestabilidad social y los conflictos de todo el mundo. El riesgo de una comunidad de sufrir estrés hídrico depende no solo de las sequías e inundaciones, sino también de su capacidad para gobernar de manera justa y resistir frente a estos peligros naturales. Por ejemplo, en la cuenca del Volta Negro en Ghana, los miembros de la comunidad idearon un sistema de reglas de uso del agua, que incluyen horarios y lugares designados para obtener agua, que garantiza un acceso equitativo entre las familias, los pastores y los agricultores de la cuenca. Este sistema ha reducido los conflictos relacionados con el agua en la región.
La investigación sobre las mujeres, la paz y la seguridad en general proporciona pruebas sólidas de que los países con mayor empoderamiento de las mujeres e igualdad de género también son más pacíficos y estables. Las mujeres desempeñan un papel importante en los procesos de paz formales e informales, y los formuladores de políticas ahora reconocen ampliamente el género como un factor clave en cómo las personas experimentan los conflictos y en cómo podemos reducirlos. Dado que las mujeres pueden ser poderosas administradoras del agua, es lógico que la participación de las mujeres en la gestión del agua también pueda reducir los riesgos y conflictos relacionados con el agua.
Como se puede deducir, estas experiencias apuntan al potencial de las mujeres como actoras claves en la gestión del agua. Cuando los gobiernos y las ONGs evalúan los efectos del desarrollo del agua y los proyectos de consolidación de la paz, deben asegurarse de medir los efectos de la participación de las mujeres. Con este tipo de evidencia, entenderemos mejor cómo las mujeres son la clave en la resolución de conflictos relacionados con el agua. Aumentar el número de mujeres en los comités de agua locales es un gran primer paso, pero el liderazgo de las mujeres a nivel nacional e internacional probablemente generaría beneficios aún mayores.
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